Un niño nos es nacido

MiguelDevocionalesLeave a Comment

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de PazIsaías 9:6

Algunas veces nos familiarizamos tanto con algunas historias que éstas comienzan a perder su significado para nosotros. No dejemos que esto ocurra con el nacimiento de Cristo. Nunca dejemos de admirarnos de la hermosa y tremenda realidad de que Cristo vino al mundo, Dios se manifestó en carne.

En Belén fue puesto un niño, envuelto en pañales, en un pesebre. Un bebé recién nacido, pequeño, que tenía que ser cargado, alimentado y cuidado. Sin embargo, la profecía de Isaías nos hace ver quién era Él en realidad. Estos cinco nombres, o títulos, que se le dan nos describen su grandeza:

Admirable

La palabra admirable, o maravilloso, es usada frecuentemente para referirse a las obras de Dios, con el fin de mostrar que sus obras son extraordinarias e inexplicables. En este caso se refiere a la persona misma de Cristo. Todo su ser es digno de admiración, por eso lleva el nombre de Admirable.

Consejero

Aquél que da consejo es uno que tiene sabiduría. Durante su ministerio las personas se “maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros?” (Mateo 13:54). Cuando necesites consejo, búscale a Él.

Dios fuerte

Se destaca su poder. Un bebé es frágil y vulnerable. Sin embargo, Aquél que nació en Belén era también quien creó y sostiene el universo.

Padre eterno

Esta expresión nos hace ver su cuidado y su deidad. Él es eterno, sin comienzo ni fin. Como Padre tiene cuidado de nosotros. Muestra compasión, ternura, interés y procura lo que es mejor en nuestra vida.

Príncipe de Paz

Los ángeles dijeron: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:14). La paz es un tesoro muy precioso y difícil de encontrar en nuestros días. Por medio de su obra en la cruz Cristo pagó el precio de nuestra paz.

Medita en cada uno de estos nombres y considera quién era Él. “Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es, no lo puedo comprender” (Salmo 139:6). Así podemos decir de Cristo: Él es demasiado maravilloso para mí.

Miguel Mosquera

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