«…y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron» (Génesis 12:5)
Lo que parece ser una expresión casi sin mucha importancia en la vida de Abraham realmente tiene un gran valor espiritual. Una de las ocasiones en que Abraham es mencionado en Hebreos 11 en relación a su fe tiene que ver con su salida de Ur de los Caldeos, porque salió sin saber adónde iba. Debió haber sido en algún momento de la travesía que Dios le reveló a Abraham que su destino era la tierra de Canaán, y a eso es que hace referencia el versículo citado. Viéndolo desde el punto de vista lógico parece muy obvio, si salieron con destino a Canaán era de esperarse que llegaran a Canaán, no había que hacer otra cosa que seguir la ruta.
Sin embargo me pregunto qué habrá pensado Moisés cuando escribió esto sobre Abraham. Moisés también salió, junto con el pueblo de Israel, de Egipto, teniendo como meta final la tierra de Canaán. Pero para el pueblo de Israel tomó más de 40 años vagando por el desierto en donde toda una generación murió, sin entrar en la tierra prometida. Mucho pudiera uno escribir de por qué Israel tardó tanto en llegar a la tierra de Canaán, pero Hebreos 3:19 nos resume de una manera muy sencilla el por qué: «a causa de incredulidad».
Es evidente que la fe marcó la diferencia entre Israel y Abraham. ¿Cuántas veces no veo tan difícil llegar adónde Dios me está llamando ir? El Señor dijo que «mi yugo es fácil y ligera mi carga», si la travesía se hace difícil es porque estoy confiando en mí mismo, en vez de confiar en Dios. Dios es poderoso y fiel en cumplir sus promesas, lo que Él tiene para nosotros es siempre lo mejor. Qué difícil a veces se nos hace confiar en Él, sin embargo, cuán fácil se hace el camino cuando lo hacemos, porque Él va adelante y pelea por nosotros.
Miguel Mosquera
Foto en portada y texto: Crashed Car por Petr Kratochvil en Dominio Público (mod. 1018x460px)