Y Moisés desnudó a Aarón de sus vestiduras, y se las vistió a Eleazar su hijo; y Aarón murió allí en la cumbre del monteNúmeros 20:28
Mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutableHebreos 7:24
El escritor a los Hebreos desarrolla en los capítulos 5 al 8 la superioridad del sacerdocio de Cristo sobre el de Aarón. La conclusión al final del capítulo 7 es que “la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres” y nos da, al menos, dos razones: 1) en la ley, los sumos sacerdotes tienen que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, es decir, que son pecadores al igual que el resto; y 2) que debido a la muerte no podían continuar. Aarón era débil en su aspecto moral y era débil porque era un ser mortal.
En contraste está el sacerdocio de Cristo. En cuanto a lo moral, dice: “tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores”. En cuanto a lo mortal, dice: “permanece para siempre... según el poder de una vida indestructible” (Hebreos 7:16,24,26).
Cristo nunca será cuestionado y nunca será reemplazado. Cristo murió en la cruz, resucitó y se sentó a la diestra de Dios. Su obra ha quedado completada, ahora “por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25).
Alabanzas demos al Redentor nuestro;
tierra y cielo, honores a Él traed.
Cristo salva y reina por siglos de siglos,
el Profeta, Gran Sacerdote y Rey.
Ya la tumba por siempre está vencida,
¿dónde, oh muerte, se halla tu aguijón?
¡Cristo vive! Nos ha traído alegría.
¡Cristo vive! ¡Glorioso Salvador!
(Ver himno completo)
Miguel Mosquera
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