Comenzaron a santificarse el día primero del mes primero, y a los ocho del mismo mes vinieron al pórtico de Jehová; y santificaron la casa de Jehová en ocho días, y en el día dieciséis del mes primero terminaron2 Crónicas 29:17
Estamos en el comienzo de un nuevo año y, seguramente, en nuestros corazones hay todas las intenciones de tener un buen comienzo. Para tener un buen comienzo es necesario que lo más importante siempre sea lo más importante. Así que no olvidemos, como creyentes, que en nuestra vida es necesario que Cristo «en todo tenga la preeminencia».
El reino de Ezequías fue un tiempo de avivamiento para el pueblo de Israel y de acercamiento a Dios. Era el comienzo de su reinado y seguramente habría muchas cosas que atender, pero Ezequías comenzó por lo más importante: la casa de Dios. Abrió las puertas del templo que habían estado cerradas por mucho tiempo y expuso toda la inmundicia que había allí. Llamó a los levitas y sacerdotes y les exhortó a santificarse y a limpiar la casa de Dios de todo eso que no debió estar allí.
La Palabra de Dios nos exhorta a hacer lo mismo. Seguramente habrá muchos proyectos para este nuevo año, pero lo más importante es nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios. Si damos una mirada atrás, nos daremos cuenta que a lo largo de este año que pasó muchas cosas entraron en nuestra vida que nunca debieron estar allí. Necesitamos una limpieza. Usando el lenguaje del apóstol Pablo a los Colosenses: «Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría… Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno» (Colosenses 3:5,8-10).
Tengamos un buen comienzo. Quitemos lo que debemos quitar y ocupémonos en lo que agrada a nuestro Señor Jesucristo.
Miguel Mosquera
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