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Una obra completa, un ministerio continuo

Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismoHebreos 7:26-27

El sacrificio y el sacerdocio son dos temas centrales en el libro de los Hebreos y, claro está, que ambos temas están relacionados entre sí. El propósito del escritor es señalarnos la superioridad del sacrificio y del sacerdocio de Cristo con relación a aquellos del antiguo pacto.

En cuanto a los sacrificios durante la ley se nos dice que “nunca pueden quitar los pecados” (Hebreos 10:11), eran necesario ser ofrecidos cada año y el sacerdote ofrecía ‘sangre ajena’, es decir, la sangre de un animal. Si bien habían sido establecidos por Dios, estos sacrificios señalaban al sacrificio perfecto que Cristo había de ofrecer en la cruz por nosotros. La superioridad del sacrificio de Cristo se ve en que Él no ofreció un animal, sino que se ofreció a Sí mismo; lo hizo una sola vez y para siempre y, por medio de ese sacrificio, ‘quitó de en medio el pecado’ (Hebreos 9:26). El sacrificio único y definitivo de Cristo nos hace ver que su obra está completa.

Ahora, en cuanto al ministerio de Cristo es un ministerio continuo. Los sacerdotes eran constituidos ‘a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere’ (Hebreos 5:1). Las cualidades de nuestro Sacerdote son perfectas: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores. ¿Podía ser más claro? No es repetición, sino más bien un énfasis en cuanto a la pureza y santidad de Cristo. No necesita ofrecer primero un sacrificio por sus propios pecados, como lo hacían los antiguos sacerdotes, pero el sacrificio que ofreció fue por nuestros pecados, y ahora como Gran Sacerdote intercede por nosotros.

Otro versículo que nos hace ver la obra completa de Cristo junto con su ministerio continuo es Romanos 8:34, donde dice: “Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios,” (allí vemos su obra completa), “el que también intercede por nosotros” (allí vemos su ministerio continuo).

En Cristo habiendo hallado pontífice real,
por Él a Dios llegamos con libertad filial,
y siendo su santuario el único lugar
en donde a nuestro Padre podemos alabar.

Miguel Mosquera

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