Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentadoSalmo 1:1
La filosofía de nuestros días parece tener argumentos muy convincentes para justificar un estilo de vida ajeno a la Palabra de Dios. Las celebridades y políticos emiten su opinión y la gente parece aceptarlo a ciegas, sin medir las consecuencias de sus propuestas, “no hay Dios en ninguno de sus pensamientos” (Salmo 10:4). Este varón del Salmo 1 no comparte el consejo de malos., busca el consejo de Dios y por eso medita en su ley de día y de noche.
La presión de nuestros contemporáneos no solamente se muestra en seguir su consejo, sino también en frecuentar sus caminos. Llevar una vida como la del mundo, asistir a lugares o actividades inapropiados para un creyente, son maneras que el enemigo usa para alejarnos de Dios y su voluntad. Muy sutilmente se plantean las propuestas, que parece inofensivas al comienzo, pero terminan contaminando nuestro testimonio. “En otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz” (Efesios 5:8).
Finalmente, está la compañía de escarnecedores. Sentarse y disfrutar de la conversación de quienes deshonran a Dios con sus palabras. No saben refrenar su lengua. “Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33). Tomemos la advertencia de Pedro, quien se sentó y calentó con los enemigos del Señor y terminó negando a Cristo.
El mundo buscará moldearnos a su manera de pensar, vivir y hablar, pero que podamos ser como este varón que se mantuvo firme y fiel a pesar de la presión a su alrededor. Nuestro mayor deseo no debe ser tener la aprobación del mundo, sino tener la aprobación de Dios.
Miguel Mosquera
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