Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved.
Natanael les dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.
(Juan 1:38,39,46)
Estar en la presencia del Señor y aprender de Él es algo que cada uno tiene que experimentar de una forma personal. Solamente escucharlo no tiene el mismo efecto, hay quienes pasan tiempo a solas con Cristo, aprendiendo de Él, y uno puede ver o escuchar un millón de veces la bendición que esto ha traído en sus vidas pero hay una sola manera en que yo puedo disfrutar de esta misma bendición: Ven y ve, eso es, yo mismo pasar tiempo a solas con el Señor y aprender en su presencia.
Juan el Bautista había señalado al Señor como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo pero y, aun más que eso, dijo en cuanto a Cristo «este es aquel de quien yo dije», es decir, de quien predicaba. Dos discípulos lo oyeron y la secuencia se nos muestra en el versículo 39: fueron, vieron y se quedaron con Él. ¿Te maravillas en escuchar de otra persona la manera como Dios ha obrado en su vida? Dios también puede obrar en tu vida, ven y ve. Aparta un tiempo, cada día, para estar a solas con el Señor, leyendo su Palabra y constante en la oración y Él va a obrar.
Natanael estaba un poco escéptico de que de Nazaret pudiera salir algo bueno, sin embargo, unas pocas palabras del Señor le hicieron cambiar su manera de pensar. Felipe pudo haber pasado horas debatiendo con Natanael sobre Nazaret y la posibilidad de que de ese pueblo pudiera salir el Mesías, pero en lugar de eso Felipe hizo la invitación a Natanael a conocer al Señor.
Para Andres y Natanael no hubo nada como estar ellos mismos en la presencia del Señor. Andrés pasó de llamar a Cristo, Rabí, para llamarlo el Mesías. Natanael pasó de llamarlo Rabí a llamarlo el Hijo de Dios, el Rey de Israel. El crecimiento espiritual es evidente en estos dos discípulos así como su apreciación por Cristo y también lo será en ti a medida que pases más tiempo con el Señor.
Miguel Mosquera